av Carlos Gutierrez De Los Rios
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Vida de Carlos III. Carlos Gutierrez de los RiosFragmento de la obraCaptulo IDesde su nacimiento hasta la conquista de los Reinos de Npoles y Sicilia. Despus de haber superado gloriosamente nuestro monarca, el seor don Felipe V, todos los obstculos que se opusieron a sus justos derechos a la Corona de Espaa, y de haber asegurado la sucesin a esta monarqua con dos hijos, Luis y Fernando, nacidos de una princesa de Saboya que, por sus virtudes, talento y conducta debiera haber sido inmortal, quiso la Providencia probar la constancia y resignacin de este gran monarca arrebatndola de su lado. No obstante el justo dolor que ocasion a este Soberano su prdida, haciendo nuevamente uso de aquella firmeza que tena tan acreditada a la nacin entera en las fatigas de una larga y penosa guerra, crey no deberla exponer nuevamente a otra igual, dejando abandonada la sucesin de la Corona a las vidas de solo dos tiernos hijos, y resolvi contraer nuevo matrimonio con la princesa heredera de Parma, doa Isabel Faunesco, reuniendo por este medio a los derechos que la Corona de Espaa tena a la de Portugal los de la augusta casa de Faunesco, superiores an a los de Felipe II y a los de la casa reinante de Saboya. El tiempo acredit la justa previsin y prudencia de esta determinacin, pues, aunque los dos hijos primeros del seor Felipe V tomaron estado y reinaron con la denominacin de Luis I y de Fernando el VI, ni uno ni otro dejaron sucesin alguna, y por su falta se hubieran seguido nuevamente a la Espaa los mayores males. Aunque los hijos de los reyes son por lo comn una carga al Estado, sta puede disminuirse en beneficio suyo, emplendolos en su servicio, lo cual no debe temer en el da un gobierno prudente y firme, a quien ser imposible evitar las malas resultas de la falta de sucesin. Quiso, pues, la divina providencia precaverlas, concediendo una sucesin numerosa a nuestra segunda reina, doa Isabel Faunesco, cuyo primognito el seor Infante don Carlos, haba destinado el cielo para defendernos de tantos males, para restablecer un Reino extinguido despus de doscientos aos, y para reinar y hacer felices por el espacio de cincuenta y cuatro los pueblos de Italia, Espaa y Amrica, que vivieron bajo su justa y benfica dominacin.