av Adrian Cadavid
266,-
En La imperfección del deseo, la ópera prima de Adrián Cadavid, un extranjero anónimo, en medio de la desolación y la rutina más abismal de Nueva York, le escribe cartas, sobre el estado de su alma, a Hungría, una mujer fantasmal que provoca efluvios de sensualidad y a la vez de desencanto.En sus páginas un hombre, voluptuoso y brutalmente sincero consigo mismo, busca la salvación contra el tedio y el desasosiego. Pero solo tiene palabras que gritan a cada instante: "Atado al miedo, temo nuevamente", y exclaman "¡Cómo ha crecido el tiempo sin saber adónde ir!".Tanto el erotismo como el dolor son formas del conocimiento, nos lo recuerda ese anónimo remitente en cada una de estas 48 cartas, que camaleónicamente se esconden detrás del diario íntimo, el poema en prosa, la crónica, el reporte médico y la anotación metafísica.El temperamento de La imperfección del deseo no es para cualquier lector, pues es una obra escrita desde la herida lenta y visceral del desarraigo, la extranjería, el desamor, la sórdida rutina y el malestar psicológico.Adrián Cadavid tuvo que viajar lejos del amor de su hijo para encontrar la poesía en Nueva York; y es justamente ella la que le otorga, ahora, su pasaporte de retorno a las montañas. Este libro cierra un periodo y abre otro en la vida de Cadavid. Ya no habrá jaula de oro, pues lo espera el cariño de Telémaco. Como uno de los primeros lectores de La imperfección del deseo, doy fe y agradezco el libro, de quien me confesaría una tarde en Forest Hill: "Yo solo puedo escribir desde mi dolor".Fredy YezzedNueva York, febrero de 2018