av Joan Carles Guisado
176,-
"Ni modo, esta vida nos tocó vivir" refleja la realidad de comunidades enteras en México, donde más de cincuenta y dos millones de personas se encuentran en situación de pobreza, que ven en el narcotráfico una solución, casi inmediata, de garantizar su subsistencia. La obra es fruto del trabajo de investigación llevado a cabo por el autor en los últimos tres años, en ella se describe un ambiente bien preciso de Veracruz, los lugares, las costumbres y el argot que utilizan los personajes. La novela, narrada por la Flaca, que conduce al lector en su temeraria inmersión en este mundo del que pocos tienen la suerte de salir bien librados, se centra en la formación de el Negro, jefe de uno de esos grandes cárteles de la droga, quien, nacido en una humilde cuartería de Veracruz y con el deseo juramentado de no ser tan pobre como sus padres, elije ese camino como el medio "más fácil" de superar la desigualdad social. Desde el primer capítulo, donde las noches de Reyes sin regalos muestran a unos niños con los sueños rotos, la Flaca nos sumerge en las historias de unos niños con todo tipo de carencias, que viven en casas de techos que gotean y con piso de tierra, sin los servicios médicos básicos para sobrevivir; unos niños que conforme van creciendo, cambiaran, no solamente la edad, sino también su forma de pensar y su estatus económico. Así, el Güero, el Chavo, la Fabi y el Negro no solamente transitan por el mundo del narcotráfico, sino por un complejo entramado que les hará tomar decisiones ineludibles en medio de un árido pasado y presente, ante la dificultad de alcanzar un futuro digno. Eso hará que entremos también en la estética del horror; asistimos a actos de tortura y participamos en una balacera donde las balas nos silban en los oídos. Nos enteramos de la detención del Negro y acompañamos a la Flaca y al Mocos a visitarlo al penal de máxima seguridad de Almoloya.