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Böcker av Marry Shelley

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  • av Marry Shelley
    346,-

    A la señora SAVILLE, Inglaterra. San Petersburgo, 11 de diciembre de 17**Te alegrará saber que no ha ocurrido ningún percance al principio de una aventura que siempre consideraste cargada de malos presagios. Llegué aquí ayer, y mi primera tarea es asegurarle a mi querida hermana que me hallo perfectamente y que tengo una gran confianza en el éxito de mi empresa. Me encuentro ya muy al norte de Londres y, mientras camino por las calles de Petersburgo, siento la brisa helada norteña que fortalece mi espíritu y me llena de gozo. ¿Comprendes este sentimiento? Esta brisa, que llega desde las regiones hacia las que me dirijo, me trae un presagio de aquellos territorios helados. Animadas por ese viento cargado de promesas, mis ensoñaciones se tornan más apasionadas y vívidas. En vano intento convencerme de que el Polo es el reino del hielo y la desolación: siempre se presenta a mi imaginación como la región de la belleza y del placer. Allí, Margaret, el sol siempre permanece visible, con su enorme disco bordeando el horizonte y esparciendo un eterno resplandor. Allí ¿porque, con tu permiso, hermana mía, debo depositar alguna confianza en los navegantes que me precedieron¿, allí la nieve y el hielo se desvanecen y, navegando sobre un mar en calma, el navío se puede deslizar suavemente hasta una tierra que supera en maravillas y belleza a todas las regiones descubiertas hasta hoy en el mundo habitado. Puede que sus paisajes y sus características sean incomparables, como ocurre en efecto con los fenómenos de los cuerpos celestes en estas soledades ignotas. ¿Qué no podremos esperar de unas tierras que gozan de luz eterna? Allí podré descubrir la maravillosa fuerza que atrae la aguja de la brújula, y podré comprobar miles de observaciones celestes que precisan solo que se lleve a cabo este viaje para conseguir que todas sus aparentes contradicciones adquieran coherencia para siempre. Saciaré mi ardiente curiosidad cuando vea esa parte del mundo que nadie visitó jamás antes y cuando pise una tierra que no fue hollada jamás por el pie del hombre. Esos son mis motivos y son suficientes para aplacar cualquier temor ante los peligros o la muerte, y para obligarme a emprender este penoso viaje con la alegría de un muchacho que sube a un pequeño bote, con sus compañeros de juegos, con la intención de emprender una expedición para descubrir las fuentes del río de su pueblo.

  • av Marry Shelley
    340,-

  • av Marry Shelley
    340,-

    16 de julio de 1833. Éste es un aniversario memorable para mí. ¡En esta fecha celebro mi cumpleaños trescientos veintitrés! ¿El Judío Errante? Por supuesto que no. Sobre su cabeza han pasado más de dieciocho siglos. En comparación con él, yo soy un Inmortal muy joven. Entonces, ¿soy un inmortal? Es una pregunta que me he formulado día y noche durante trescientos tres años, y aún no soy capaz de contestarla. Hoy mismo detecté una cana entre mi pelo castañö sin duda significa decadencia. No obstante, puede que haya permanecido oculta durante trescientos años, ya que algunas personas han encanecido por completo antes de cumplir los veinte años. Contaré mi historia y el lector juzgará por mí. Contaré mi historia, y así procuraré pasar algunas horas de una larga eternidad, tan agotadora para mí. ¡Para siempre! ¿Puede ser? ¡Vivir para siempre! He oído hablar de encantamientos en los que las víctimas fueron arrojadas a un profundo sueño, para despertar después de cien años tan jóvenes como siempre; he oído hablar de los Siete Durmientes, sin ser agotador ser inmortal así: pero, ¡oh!, la carga del tiempo interminable, el paso tedioso de las horas. ¡Qué feliz era el legendario Nourjahad! Vuelvo a mi tarea.

  • av Marry Shelley
    340,-

    " ON sait que ces haines de familles et de partis qui désolèrent l¿Italie au moyen âge, et que Shakspeare a si bien décrites dans Romeo et Juliette, existaient presque dans toutes les villes de cette belle péninsule. Ses plus grands citoyens en furent les victimes ; par elles, des hommes qui jouissaient, la veille, de tous les avantages de la richesse, de la considération, sortaient des portes de leur cité natale, pour aller végéter dans l¿exil et la pauvreté. On voyait ces malheureux bannis s¿éloigner à pas lents de leurs foyers ravagés, regarder en arrière pour contempler encore une fois les flammes dévorant leurs maisons, ou la poussière élevée au-dessus de leurs décombres. Alors se dirigeant vers l¿asile le plus proche, ils se préparaient à commencer une carrière de dépendance et de pénurie, en attendant qüun changement de fortune les mît à la place de leurs oppresseurs."

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