av Soledad Acosta de Samper
400,-
Don Antonio Nariño era en el virreinato neo-granadino el hombre más elocuente, más instruido, de mayores conocimientos prácticos, más liberal y generoso, más abnegado, mas patriota y más amado entre los santafereños de cuantos existían entonces -en 1790- en la capital de la Colonia. Su popularidad en Cundinamarca era general,desde el Virrey en su palacio hasta el último artesano y labriego de la Provincia todos lo querían, le estimaban y escuchaban sus consejos ¡y sin embargo a la vuelta de pocos años todo había cambiado! Las autoridades le proscribieron y confiscaron sus bienes; sus amigos le desconocieron,unos se ocultaron,otros para no sufrir la misma suerte; su familia padeció pobrezas, después de haber gozado del primer puesto en la sociedad santafereña; su honor fué sospechado y la calumnia le persiguió hasta los últimos días de su azarosa existencia.A pesar de sus virtudes públicas y privadas la suerte, con poquísimas excepciones, siempre le fué adversa; sufrió prisiones, humillaciones, tristezas continuas durante treinta años, todo por aquel inmarcesible amor cine abrigaba en su corazón por sus ingratos compatriotas. Siempre vio frustrados sus planes: vio arrancar de su frente las coronas de gloria cine justamente deberían ceñirla y vio postergado su nombre en favor de rivales políticos que merecían menos que él vivir en el corazón de los neogranadinos. Durante su dramática existencia Nariño siempre olvidó sus propios intereses para trabajar en dar independencia á su patria; por ella luchó incesantemente, se arruinó padeció Penalidades sin cuento, hambres, enfermedades, cadenas que le hicieron perder en parte el uso de sus miembros y acabaron por llevarle á la tumba; por ella había abandonado la felicidad, los honores, hasta abatir su dignidad y su orgullo para poder llevar avante su idea y poder decir al expirar que el amor que tuvo á su patria algún día lo revelaría la historia. ¿Esta acaso lo ha revelado debidamente todavía?