- El castigo severo, el carácter y la incapacidad de los hipócritas
av Thomas Brooks
180,-
Detectando a los hipócritasThomas Brooks La hipocresÃa, un tema del que nadie quiere, desea y anhela escuchar; una cuestión que en su esencia es duro, difÃcil y fuerte de recibir y digerir; algo de lo que nadie ha escapado de caer, pero del casi nadie está dispuesto a aceptar. La hipocresÃa, un mal que agobia a nuestra sociedad en todos los diferentes ámbitos: gobiernos hipócritas, habitantes hipócritas, familias hipócritas, etc.; e incluso más triste un mal que se ha inmiscuido en la iglesia de Dios: pastores hipócritas, diáconos hipócritas, miembros hipócritas y, al final, congregaciones enteras hipócritas. Existen males que pueden ser aborrecibles para unos pero agradables para otros. Uno aborrecerá la lujuria, pero otro amará y se deleitará en esta. Pero la hipocresÃa es uno de esos males que para todos es aborrecible. Entre los impÃos la hipocresÃa es aborrecible, entre los cristianos la hipocresÃa es abominable, tanto los buenos como los malos concuerdan en su desprecio a este mal. Y esto no más muestra el carácter terrible de este mal. Pero ¿cómo ve Dios este pecado? Su aborrecimiento por este pecado se ve en Su Palabra de manera muy elevada. Por la hipocresÃa, ha traÃdo juicios terribles a los hombres tanto terrenales como espirituales. Y, por la hipocresÃa, Dios da como recompensa justa a los hombres un lugar más profundo en los tormentos del infierno. ¡Qué terrible es estar en este pecado! Por lo tanto, qué necesario es tocar este tema, para que seamos advertidos, seamos reprendidos, seamos llevados al arrepentimiento, seamos instados a buscar la sinceridad cristiana, seamos instados a batallar contra este pecado. Curiosamente, entre los puritanos este es un tema del cual sus congregaciones no escapaban, predicando y escribiendo en contra de este pecado, Gurnall, Sedgwick, Baxter, Bolton, Adams, etc., son solo algunos de los muchos autores que hablaron sobre este tema. Y acá tenemos a Brooks, uno de los puritanos más queridos, tratándolo de la manera más clara, concisa, fuerte, convincente y tajante posible. En este tratado se nos expone las razones por las cuales la severidad de Dios recae sobre los impÃos, se nos habla sobre cuáles son las caracterÃsticas de aquellos que son hipócritas y, en último lugar, se nos declara hasta dónde los hipócritas no pueden llegar, diferenciándolos de aquellos que son sinceros. La utilidad de este tratado es indescriptible, nos sirve para descubrir a aquellos que son hipócritas, nos sirve para llevarnos al arrepentimiento por nuestra hipocresÃa, nos sirve para llevarnos a Cristo por salvación, nos sirve para humillarnos en gran medida por este pecado, nos sirve para ejercitar nuestro deber de autoexaminación con más ahÃnco, nos sirve para aborrecer este pecado con todavÃa más furia, siendo conscientes de cuánto contamina este pecado. Por lo tanto, es nuestro ruego y deseo que estas utilidades puedan ser una realidad para aquellos que no son creyentes como para aquellos que sà lo son al leer este escrito. Es un libro duro, fuerte y amargo, pero el beneficio espiritual que trae consigo es algo dichoso, agradable y dulce.