Om LOS BALCONES DE MADRID
ANA: ¿Eso viste? ¡Que eso pasa!
LEONOR: Ésta es la pura verdad en fe de la voluntad que, después de mi casa eres vecina te debo. Reconocimientos labras ya en obras y ya en palabras, tantos en mí que me atrevo a revelarte secretos que mi señora me fía.
ANA: Querrá el Amor algún día que con mayores efetos me desempeñe. Leonor, sé entretanto mi acreedora. En efeto, ¿tu señora tiene a mi don Juan amor? En efeto, ¿sus engaños me pretenden usurpar la acción que puede alegar quien ha que le ama dos años?
LEONOR: En esa parte podré disculpar a mi señora justamente. Pues, si ignora tus desvelos y no fue como amiga consultada de tus cuidados por ti, ¿en qué te ofende?
ANA: Salí, Leonor, cierta y desdichada en mis sospechas. Mudó don Juan voluntad y afetos y, mudándolos, sujetos de su esperanza dejó quejas que buscan venganza
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