Om Música nocturna para un hereje
En esta novela Wolfgang "delira" y Tristán (apurado por una "debilidad cardíaca") se encamina "hacia el olvido". También se escucha -ensaya- el Requiem, que ya no es solo de Mozart, sino de ese "obscurecido" presbítero y escritor llamado Tristán de Jesús Medina. Viena, Praga, La Habana, Bayamo (donde principia y acaba todo)... cronotopos en los que Muerte y Alegría van dando saltos, guíadas por la prosa narrativa de Roberto Méndez. Novela-victrola, relato-caja de resonancias, narración-partitura. En Música nocturna para un hereje se insulariza la ópera; o, para decirlo en su reverso (o sinónimo), se operiza a la "Siempre Fiel Isla de Cuba".
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