Om No todos los leones comen mango
El hombre al que se le ocurrió estas historias, para intentar encajar que no todos los leones comen mango, esgrime en este libro que Primigenios pone en tus manos, el hecho de cierta vez que se le impuso como castigo "no escuchar a Tres Patines..." Desatracando él, desde unas crónicas isabelinas, pasando por las mágicas fronteras de un niño, zampando el otro lado del Guariao, degustando un dÃa en que la luna tapó el sol, endeudándose con plagas confabuladas y saltando luego por prácticas-enajenaciones de hipotálamos, paradojas y amores prohibidos... ¡que se le escapan a un dinosaurio...! y luego viajes atormentados, y experiencias musulmanas, y viejos enamorados y panes y cebollas... ¡todo para probar que no todos los leones comen mango, mediante la prohibición de escuchar al pillo habanero...! ¡Ora hablando de mujeres indecisas, ora de espejos... ora indecisiones-egoÃsmos-modestias y un treinta y tres nuestro... para decirnos de su castigo! Pues la gran ilustración histórica que agarré, al engullirme estas páginas... es la certeza de que en los años sesenta quedó claro que no todos los leones comen mango, evidenciado cuando castigaron al nativo de las riveras del Guariao y del Cauto y del Mayabeque y de cuanta cuenca hidrográfica habida... a no escuchar a Tres Patines.
Excelente libro, toda una crónica de la época en que la cómica corte tremenda era la crónica más seria. José Luis Riverón RodrÃguez
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