Rompiendo Estadísticas

SER UNA SUPERVIVIENTE DEL CÁNCER.
APRENDÍ a agradecer a Cristo, por despertar en la mañana, a disfrutar de los deleites bellos de cada día, la luz del sol que entra por mi ventana, el perfume y la belleza de una flor.
APRENDÍ a valorar la templanza del amor, a valorar mi trabajo diario, a escuchar mi cuerpo y disfrutar los minutos de diversión tanto como la quietud de mi habitación, a ir a la cama y dormir confiada en Dios de que El sería mi despertar.
APRENDÍ aceptar a mi prójimo tal como es, sin querer cambiarlo, tener tiempos de calidad con alegría, a resolver las dificultades con frenesí y con confianza. He tomado entendimiento de que la vida no se detiene, que se va rápido y que, en mí, solo en mí está mi felicidad. Porque El Espíritu Santo vive en mí y yo en El.