Om EL ÁNGEL, EL MOLINO YEL CARACOL DEL FARO
La mañana es más clara y gozosa en torno del molino.
Ruedan las velas henchidas, exhalando una corona de luz como la que tienen los santos.
En el reposo caliente y duro parece que se oiga la senda rajándose de sol y hormigueros. El viento que bajó de la quebrada, y se durmió en la pastura, y se puso a maldecir en los vallados y en el cornijal de las heredades, da un brinco y se sube al molino, y tiembla y bulle en las aspas de lona.
Las seis alas se juntan en una para los ojos: la que está en lo alto y hace más jovial y más fresco el azul. Y desde arriba canta una tonada de brisa luminosa que dice:
-¡Buen día y pan!
Ya no tiene que trabajar la muela, o se ha marchado el viento antes que el maquilero, y el molino se va parando, parando...
Se queda inmóvil y como desnudo.
Una hormiga gorda, sin soltar el grano que cogió del portal, le murmura a su comadre:
-¡Mira el molino! ¡Tenía una vela remendada!
La comadre se ríe frotándose los palpos.
-¡Válgame! ¡Tanta vanagloria, y con un remiendo!
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