Om Historia de Gil Blas de Santillana
Blas de Santillana, mi padre, después de haber servido muchos años en los ejércitos de la Monarquía española, se retiró al lugar donde había nacido. Casóse con una aldeana, y yo nací al mundo diez meses después que se habían casado. Pasáronse a vivir a Oviedo, donde mi madre se acomodó por ama de gobierno y mi padre por escudero. Como no tenían más bienes que su salario, corría gran peligro mi educación de no haber sido la mejor si Dios no me hubiera deparado un tío que era canónigo de aquella iglesia. Llamábase Gil Pérez, era hermano mayor de mi madre y había sido mi padrino. Figúrate, allá en tu imaginación, lector mío, un hombre pequeño, de tres pies y medio de estatura, extraordinariamente gordo, con la cabeza zambullida entre los hombros, y he aquí la vera efigies de mi tío. Por lo demás, era un eclesiástico que sólo pensaba en darse buena vida; quiero decir en comer y en tratarse bien, para lo cual le suministraba suficientemente la renta de su prebenda.
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