Om LA DISCORDIA EN LOS CASADOS
ALBERTO: Casaráse la Duquesa, Leonido, como es razón, que pese o no pese a Otón.
LEONIDO: Todos dicen que le pesa, y está a impedirlo dispuesto.
ALBERTO: ¿De qué le puede pesar a un hombre particular desinteresado en esto?
LEONIDO: El se debe de entender.
ALBERTO: Pues entenderáse mal; porque si ha de ser su igual, el rey de Frisia ha de ser. Esto conviene a su Estado y a nosotros un señor de real sangre y valor, y tan gallardo soldado, que no ha de salir Otón con desatinos tan grandes, si Alemania, Francia y Flandes ayudan su pretensión.
LEONIDO: No pienso yo que camina por darla a otro rey, pues creo que a diferente deseo los pensamientos inclina. Y es tan feo y desigual, que a decirle no me atrevo.
ALBERTO: La ambición, Leonido, es cebo dulce, engañoso y mortal. ¿Qué quiere en Cleves Otón?
LEONIDO: Ser duque.
ALBERTO: Ni aun lo imagines.
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