Om LA SANTA JUANA
ÁNGEL: Esposa cara del Monarca eterno, contra cuyo poder no prevalecen las puertas tristes del Tartáreo infierno; las entrañas de Dios que se enternecen con el agua sabrosa de tu llanto remedio al mundo por tu ruego ofrecen. Delante de su altar, tálamo santo, llorando estabas el estrago horrible que al mundo anuncia confusión y espanto por la ponzoña del dragón terrible de las siete cabezas que en Sajonia niega la ley católica infalible. Llorabas que con falsa ceremonia y hipócrita apariencia, el vil Lutero imitase a Nembrot en Babilonia, y que el rebaño del Pastor cordero, este lobo, en oveja disfrazado, despedazase con estrago fiero. Llorabas que se hubiese dilatado su blásfema y pestífera dotrina por Alemania y su imperial estado, y que, cual de la máquina divina, derribó la tercer parte de estrellas la angélica soberbia serpentina, este Anticristo austral, las leyes bellas de la alemana iglesia derribase, asolando la mies de Dios con ellas. Lloras el ver que tanto cáncer pase tan adelante y su infernal blasfemia que lo mejor de vuestra Europa abrase. El católico reino de Bohemia la verdadera ley de Dios destierra, y al apóstata falso sirve y premia. Flandes le sigue ya, e Ingalaterra sus desatinos tiene por ganancia, desamparando a Dios su gente y tierra, Polonia, Hungría y la cristiana Francia frenéticas aprueban los errores que el vicio trajo al mundo y la ignorancia; por esto lloras, y es razón que llores pérdida tan notable.
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