Om NI REY NI ROQUE
Caballero en un rocín cuellilargo, quijotudo y amojamado, su creación inmemorial, sus jaeces un a jáquima bastante antigua, y una manta de muestra no muy moderna, y a pesar de todo, no mío, paseaba yo no hace mucho por una sierra del reino de Sevilla.
Preocupado en diferentes pensamientos, para mí muy importantes, y habituado ya al país en que me hallaba, confieso francamente que no me hacía mucho efecto el cuadro que me rodeaba, a pesar de ser una de las más bellas perspectivas que pueda imaginar el entendimiento.
Cuanto la vista alcanza a descubrir desde el punto más elevado de aquel terreno ofrece un aspecto lleno de vida y de interés. No hay allí una llanura que tenga un cuarto de legua en cuadro, y hablando con propiedad, los que los naturales llaman valles no son más que ramblas o encañadas, la más ancha de cien toesas, sí las tiene. Compónese, pues, todo aquel país de cerros y colinas, peñascos y precipicios.
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