Om Sybil
¿Yo apuesto por Caravan. ¿¿Apuesta en ponis? ¿Hecho. Y lord Milford, un joven noble, anotó en su libro la apuesta que acababa de hacer con el señor Latour, un miembro veterano del club Jockey. Era la víspera del Derby de 1837. En un salón inmenso y dorado, con una decoración propia de Versalles en los tiempos del gran monarca, y cuyo esplendor no habría desmerecido, se habían reunido muchos caballeros cuyos corazones palpitaban al pensar en el día siguiente, y cuyas mentes trabajaban aún para intentar poner la suerte de su lado. ¿Dicen que Caravan parece hinchado ¿ceceó un joven en voz baja mientras se repantigaba en el borde de una mesa de marquetería, que había pertenecido a Mortemart, y balanceaba con fingida indiferencia un bastón muy adornado a fin de ocultar su inquietud de todos excepto de la persona a la que se dirigía. ¿Las apuestas están siete a dos en su contra ¿fue la respuestä. A mí me parece bien. ¿¿Sabes que anoche soñé con Mango? ¿continuó el caballero del bastón, con una mirada de supersticiosa inquietud.
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